Cómo sobrellevar la soltería y no morir en el intento (una guía básica)

Con un guiño agradecido a la comunidad soltera e inspirada del FB

El 2009 ya pasó y todo ese drama parejil que se echó usted ha quedado atrás. Ahora tiene 11 meses nuevecitos para aprovechar, unos propósitos de año nuevo que aún no quedan desahuciados y, Cristo de las Garnachas, una soltería que aún no acaba de averiguar si fue cuestión de voluntad suya, del otro, del de al lado o, por qué no, del destino. Vamos a empezar pensando que es esto último para que no se clave en la textura...concéntrese y suelte esos ejotes, que ahi le va lo que puede empezar a hacer:

1.-Antes que nada, no se salte pasos: perree, odie, miente madres, escuche a José Alfredo o a Amanda Miguel (según lo que le llegue)...la evidencia sugiere que es altamente dudoso que hasta gente tan Grande como Nelson Mandela o Sor Juana hayan terminado con todas sus ex-novias de manera totalmente amistosa, equilibrada y pacífica así que usted, noble humane, hágase un paro y no se exija demasiado.

2.- Una vez superada esta etapa, intente limitar su contacto con el ex en turno...

3.-Bueno, ejeeem, déjelo en FB si gusta, o bórrelo del messenger, o viceversa; las reglas y limitantes las van poniendo ustedes, pero pónganlas, por el amor de dios. Si no, se arriesga a vivir con el estatus "es complicado" de por vida.

4.- Ahora, enfoquémonos en usted. ¿Se acuerda de usted? Bueno, pues resulta que ahora se encuentra con varios faltantes, pero también con varios extras. Veamos algunos ejemplos:

PROBLEMA 1
Tiempo de sobra
PROPUESTA
Agárrese un nuevo hobby.
Abrace por fin ese gusto ñoño que
antes rechazaba o redescubra su ciudad


PROBLEMA 2
Energía extra
PROPUESTA
Comience, continúe, extienda sus sesiones de ejercicio.
Nada mantendrá su mente más felizmente alejada de
ese-otro-ejercicio-que-no-está-haciendo
como unas buenas dos horas de cardio para fortalecer su corazoncito
en compañía de totales extrañes que, en ocasiones, no están de tan
mal ver (el taco de ojo, como verá, es un plus gratuito).

PROBLEMA 3
Cariño faltante
PROPUESTA
Mientras mi abuelito podría haber resuelto la cuestión en dos patadas
diciendo "que se compre un perro", la respuesta a este problema depende
en gran parte de los recursos con los que usted cuente. El perro (o gato, claro)
siempre es una opción, pero le recuerdo que también están familiares,
amistades y usted misme...
pero pasemos al siguiente punto.

5.- Como le decía, las amistades (tiende a pasarse por alto) también son personas en cuyo contrato se incluyen al menos dos o tres abrazos por año, por lo que le recomiendo ampliamente que si no es una persona muy física, comience a experimentar; descubrirá lo lindo que es expresar cariño a otros sin tensión sexual de por medio (no nos hacemos responsables si la cosa luego se le complica; esto es guía BÁ-SI-CA).

6.-Si, por otro lado, aquello fue una batalla campal y sus amigues se quedaron todos del otro lado de la línea, o de plano necesita ampliar sus horizontes, por nada del mundo se nos vaya a quedar en la autocompasión. Láncese al mundo (como el Borras, sí) y dése chance de ver a mucha gente, hacerse bolas con varias salidas, acordarse de que cada persona es un universo y que usted, ahorita, anda de paseante libre.

*Nooo, ¡¡¡no ese tipo de libertad!!! vaya a hacer 50 abdominales y luego siga leyendo, ándele*

7.-El placer, señoras y señores, puede venir de los lugares más extraños e inesperados. La música, por ejemplo. Algunes dicen que puede encontrarse en las voces melancólicas de la música country, otres en los gritos desaforados del metal y algunes abuelas, como la abajo firmante, en los scherzos de Brahms y los musicales cursis. El punto es...no se juzgue (ni me juzgue, ejeem): éste es el momento de sacar sus gustos (culpables o no) a airear y de explotarlos al máximo. Baile mucho, baje nueva música, cante canciones que no sabía que se sabía y si quiere usted llegar al summum de lo feo, mientras al mismo tiempo se pregunta qué ha fallado de sus previas relaciones, píquele aquí.

8.- Una vez dicho esto, y si todo lo demás fracasa, volvemos a una de las recomendaciones que se han transmitido desde la noche de los tiempos: tenga siempre a la mano una reserva de chocolate...cuentan por ahí que el más amargo es el efectivo; agárrelo ahora que es legal.

**Si tiene más ideas, favor de colaborar aquí abajito, que estamos todes en la carrera para sobrevivir al 14 de febrero, ese azote de la soltería feliz...



la furia

La capacidad de indignarse ante las injusticias ajenas es una cosa que existe dentro de todos nosotros; es lo que nos hace tener ese vuelco de angustia cuando se oye una y otra vez en el televisor sobre golpes de estado, desastres naturales, declaraciones bélicas idiotas y demás gajes de la vida en la tierra. La angustia, sin embargo, se transforma rápidamente en algo más intenso cuando la bala cae algo más cerca de casa, como cuando ahora los sudcalifornianos nos enteramos que quieren hacer una mina de oro en plena Sierra de la Laguna, único bastión boscoso de la región, o cada vez que un nuevo campo de golf es construido en pleno semidesierto. El evento que salió a la luz en las pasadas semanas es una de esas balas, que vino a levantar una polvareda enorme y también, qué se le va a hacer,una división curiosa entre indignados y defensores acérrimos -en ocurrencia- de la libertad de expresión.

Cosa extraña, la libertad de expresión. Resulta que es un arma que podemos blandir cuando hemos dicho algo ofensivo porque, después de todo es nuestro derecho ¿no? Tristemente para los homofóbicos y felizmente para todos los demás, así no va la cosa. El derecho a la libertad de expresión encuentra su límite en la prohibición de violentar los derechos de lo otros, y habría que parar toda defensa al tarado de Esteban Arce diciendo que bueno, órale, que se exprese si así es su deseo, pero no precisamente en un espacio dedicado a una entrevista (que se entiende, por otra parte, como el acto de hacer preguntas a alguna persona cuya opinión nos interesa saber) y mucho menos interrumpiendo constantemente a la entrevistada, acusándola a su vez de estar exponiendo sólo sus ideas, personales y subjetivas.

Segundo matiz de la libertad de expresión: si eres periodista, a veces tienes que tragarte tus opiniones y preferencias personales, en virtud de una cosa muy bonita que se llama imparcialidad. Pongámoslo así: el muchacho, en vez de conducir un programa matutino de tres pesos, es comentarista deportivo, y le toca entrevistar al DT de un equipo que le acaba de ganar a la selección nacional en alguna de esas copas importantes que juegan. Dramaticemos la cosa, el partido se ganó en circunstancias no muy claras y Arce está, en tanto que mexicano y partidario de su equipo, sumamente molesto. ¿Significa eso que se va a poner a insultar al entrevistado? ¿Sería defendible si lo interrumpiera intentando hacer que admita que el partido fue un robo? Si tal cosa pasara, lo más probable es que el país del ofendido armaría la de Dios es Cristo (qué bonito color de frase) y el periodista en cuestión terminaría disculpándose por su falta de profesionalismo y por haber tomado partidos de una forma tan desastrosa.

Aclaremos, cada quién puede irle a lo que quiera en su vida y en su entorno, y no argumentar si así no lo desea, en defensa de sus preferencias. Pero cuando hablamos de estar frente a cámaras, micrófono y el poder de los medios masivos de comunicación, precauciones y barreras tienen que ponerse de por medio. No es lo mismo que uno vaya y hable en un espacio de (¡taraaan!) opinión en una columna televisiva, radiofónica o periodística, a que se le ocurra armar la diátriba en medio de una entrevista en la que se supone que el reflector debe estar del otro lado.

También, vamos a ver, está la cuestión de la violencia, que ningún comunicador en su sano juicio debe ejercer en contra del entrevistado, el auditorio o cualquier grupo poblacional entre cuyas filas se cuentan de seguro varios de sus televidentes. No veo porqué tengamos que defender la libertad de expresión de un tipo que decidió abusar de tan chido derecho universal para negarnos a un buen 10% de la población (a ojo de buen cubero) el derecho a pertenecer al mundo natural -y a considerar nuestras relaciones tan sanas o tan anormales como las de cualquier hetero y asociados pueden llegar a ser- y menos aún si lo ha hecho de una forma tan violenta y poco razonada.

Y si quisieran seguir el pleito, entonces podemos sacar argumentos acerca de cómo la naturaleza misma provee ejemplos de homosexualidad, o de la teoría de que ésta es en ocasiones una estrategia de la dinámica de poblaciones para, irónicamente, disminuir la cantidad de individuos en grupos sobrepoblados y al borde del colapso. Bueno, sí, un gran número de homosexuales quieren tener hijos, y varias parejas ya los tienen, propios o adoptados pero, siendo realistas: con todo el esfuerzo que requiere adoptar y/o concebir un hijo en esas condiciones, ¿ustedes creen que esos padres se están tomando el asunto a la ligera? Yo por mi parte tengo fe en que si ya decidiste ir contra la corriente y tener descendencia, es porque es una labor que te vas a tomar en serio, además de que jamás tendrás la cantidad conejil de hijos que precisamente llevaron a nuestro planeta al borde del agotamiento, cortesía de tanta pareja mocha y descuidada de generaciones anteriores.

Nosotros, LGBTI, la gente "rara" (queer me parece a veces más acertado que gay), hemos estado aquí desde siempre, y si no vaya usted a los libros de historia (o a wikipedia), y si se ven más ahora por todos lados es porque el espacio se ha ganado gracias a activistas indignados, muchos de los cuales siguen aún en movimiento para terminar de cimentar dos garantías que, me parece, son básicas para la comunidad: visibilidad y (curiosamente) normalidad.

La primera se refiere al derecho a que se sepa que existimos, que esto no es una plaga bíblica reciente sino una realidad que por mucho tiempo decidió disimularse, ignorarse o reprimirse. Somos familiares, amistades, empleados, jefes y, porqué no, periodistas y presentadores de noticias en horario estelar, y no se necesita tener una pluma gigantesca, como la apariencia masculina-pelo-corto-manejo-moto para las mujeres, o el comportamiento de damisela, para los hombres, por ejemplo; para que se nos reconozca como tales. No, no todos los hombres gay son como los personajes de "Los exitosos Pérez", ni todas las mujeres lesbianas somos como las chicas de The L Word (que tampoco estaría tan mal, guiño, guiño), ni tampoco todos los bisexuales son promiscuos-confundidos-temporales y etcétera etcétera. Pero, ya que estamos en eso, el hecho de que personajes así vayan apareciendo en la pantalla y en las consciencias de las personas es una especie de paso adelante, pues empezamos por hacerles reconocer que existimos, tal y como era el propósito de la marcha gay en sus inicios (la plumas y los hombres semidesnudos siendo una estrategia fiestosa opcional).

La normalidad, por otra parte, es la capacidad de ir por la vida sin tener que dar explicaciones. Por ejemplo, si le preguntan a una tipa "oye, ¿tienes novio?" y a ella se le ocurre decir "novia", la normalidad, cuando la alcancemos, garantizará que la tipa en cuestión no recibirá más cuestionamientos que los que le hubieran hecho de haber respondido "sí, se llama Pancho". Normalidad es poder llevar al novio a pasar navidad con los papás, es que la gente se habitúe a llamarte con tu nuevo nombre si eres trans, es ser parte de la sociedad sin estar teniendo que justificarse todo el rato o explicándole al morboso en turno que no, no lo quieres invitar a la reunión con tu novia porque lo que pasa en el porno no es la vida real. Es una utopía, pues, pero bastante alcanzable, como lo demuestran muchos países en los que, por cierto, Arce ya tendría sendas demandotas en su bolsillo.

Como muestra, un link que no sé como poner:
http://www.youtube.com/watch?v=YLth7vsuKBc

El chico dice: ¿puedes hacer que nos dejen entrar?

Todo esto viene a colación porque en días anteriores me dió una indignada marca diablo no sólo con la gente que defiende a ultranza la "libertad de expresión", sino con el hecho de que hasta un antiguo amigo (un ex-novio, para acabarla) resultó ser partidario de esas cosas. El desencuentro llevó a preguntarse ¿Es justo que uno discrimine a los otros con base en sus discriminaciones? La respuesta, después de estos días, es un sí definitivo. Ellos pueden elegir no frecuentar a gente porque es negra, judía, homosexual, comunista o todas las anteriores. Una puede decidir, entonces, alejarse de personas que, apoyando a alguien que ejerció violencia (contra la entrevistada, contra la homosexualidad y contra la palabra misma de Naturaleza) y muestra el más horrendo cinismo ante su falta, la ofenden y lastiman a una. ¿Qué no?