sobre rieles

(post con dedicatoria)

Subir al tren suburbano es lo más parecido que hay en la vida de ciudad a jugar a la ruleta.
Estás ahí, en la plataforma bajo el enorme techo de la estación Buenavista, sentado en las mismas bancas de hace un siglo, o cargando tu teléfono en las entradas de los nuevos páneles publicitarios (qué listos, ellos), cuando de pronto, como una lenta oruga bicolor, ves que se va acercando el tren. Entonces todos se despiertan y van más o menos resignados a ocupar su lugar en la larga línea al borde de la plataforma.
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Y ahí es donde empieza el juego de la expectación. Tú también has elegido un sitio, y para cuando el tren hace su entrada, ya no tienes otro lugar a donde moverte y, como todos, esperas un poco ansiosamente. "¿Se parará ahora? -Uy no, más adelantito, que la puerta me ha quedado muy lejos. -¡Siii, justo aquí! -Mierda, todavía no -ok, no enfrente pero tampoco taan mal". Aunque, claro, es este el momento de la segunda vuelta, porque entonces tu como todo el mundo te apiñas alrededor de los 4 fulanes (neutral para la Ush y por que me caga la correción política), esperando entrar inmediatamente después de ellos e ir -¡oh, gloria del transporte de largas distancias!-sentadite todo el camino, aunque ya no vaya a ser necesariamente del lado derecho, como a la mitad del vagón, pegados a la ventana y viendo de frente
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...ehm, perdón, ligera proyección de Obsesividad aquí, no la pelen. Eh, sí, prosigamos...
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Ves a la gente bajarse del otro lado, comienzas como a empujar bajita la mano al don que se te quiere colar por el lado derecho, mueves la pierna porque la bolsota de mercado de las chicas de atrás te pica, la luz verde de la puerta se prende, el fulane elegido pica el botón y ¡zaz! todo el mundo para adentro, en un ballet civilizado y presuroso en el que los ojos brincan de un asiento libre a otro y, si aún hay chance, eliges junto a quién no sentarte, según los prejuicios y malviajes del día. Con la sonrisa idiota de tu pequeño triunfo, te acomodas para un recorrido de media hora maomeno, en el que si es de día puedes disfrutar del matiz nostálgico que da a todo el vidrio polarizado de la ventana, o si no, verte incómodamente en el reflejo, con un fondo de miles de lucecitas efímeras y doradas.
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Al final, el tururú que tanto recuerda a los trenes españoles y, por fin, Suburbia. La misma en la que alguna vez viví, y desde la que saludé la llegada del tren suburbano como se saluda a una tabla de salvación por la que bajar de vez en cuando a La gran ciudad. Pero bueno, la verdad la verdad, amo al suburbano simplemente por el hecho de ser un tren, porque los trenes para mí siempre tendrán el sabor a nostalgia, a otro tiempo, a casa de metal que dibujó las formas de nuestro país hace ya mucho y también a recuerdos de cuando, alguna vez, mi felicidad entera cupo en el reflejo de una ventana de tren.
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A diferencia de los vecinos del norte, y de nuestros primos europeos, los trenes en México tuvieron ya hace mucho su momento de gloria. Exceptuando al Chepe y al compa suburbano, no queda ya que yo sepa ningun tren de pasajeros en el país. Me siento vieja cuando pienso que todavía me tocó hacer el viaje de Guadalajara a México, aunque a decir verdad, por cosas como esa bien vale la pena sentirse viejo.
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En la ya multicitada novela de Benedetti hay algo acerca de los trenes que no olvido (y que quizás justifique la cmpulsión de hace unas líneas): el sitio en el que uno se siente afecta la manera en la que ves el paisaje frente a ti. Si vas dando la espalda al frente, entonces el mundo fuera del tren se aleja de ti, ya lo pasaste y ya lo viviste, y te queda siempre un dejo de nostalgia al observar. En cambio, si vas sentado viendo al frente, todo es nuevo, el paisaje viene a tu encuentro y tu lo vas tomando más bien con entusiasmo.
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No sé realmente en qué lado del tren voy sentada ahora, ni tampoco cuál tendría que ser el reflejo en esa ventana. El paisaje, está claro, seguirá siendo esta ciudad-monstruo que hoy vi despertar pero...sólo para variar un poco...¿no se les antojaría hacer el famoso Chepe hasta Chihuahua?

4 comentarios:

Rosario Mata dijo...

Chepe! yo! sí!!!!

Newly Single dijo...

Yo 3

todavia dijo...

Es cierto: Aun hay trenes aca de este lado, y aunque son modernos y lindos de apariencia, no tienen alma, son carisimos y su lentitud los hace inoperantes segun el ritmo que la vida -o el dinero, que aqui es la misma cosa- dicta.

Jamas use el tren en Mexico, no tenia a donde ir. Pero me toco ver muchas veces desfilar el que iba a Veracruz -eso decian- y ser parte del escenario que los viajeros iban encontrando o dejando atras. Les dije hola y adios muchas veces con esa sonrisa idiota, igualita a la que mencionas, de quien tiene la ilusion que si lo vieron y tambien le dijeron hola y adios.

Todo un placer la lectura. Gracias!

Vero dijo...

Sobre ruedas... ponlo ponlo... a ver si te ganas la bici

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